El Cantar de los Cantares... por Ana Cecilia Mata




“¡Bésame con los besos de tu boca! 

¡Porque más embriagantes que el vino
son tus amores!”

El Cantar de los Cantares 1:2

Debo admitir que todo lo visto en clases se develó ante mí como un espacio literario por explorar. Siempre había sentido que la cultura hebrea no me pertenecía, que era hermética. Para mi agrado, durante este recorrido, me abrió un resquicio por el que sin duda me deslizaré.

La expresión de la evolución de la palabra Divina expuesta en El Tanaj me pareció impecable: Dios habla, Dios inspira y habla a través del hombre, el hombre alaba y dialoga. La ley (Torá), los Profetas (Nevi’im) y los Escritos (Ketuvim). La Palabra revelada, recopilada, única, histórica, ciertamente tiene para mí un valor adicional a lo intrínseco porque sobrevivió y trascendió la destrucción de Jerusalem. 

En este ensayo me propongo revisar brevemente el Cantar de los Cantares. Este canto pertenece al tercer libro del Tanaj: el Ketuvim, que compila los textos sagrados escritos por los hombres en diálogo con Dios. Está dividido en dos partes. Una contiene los libros poéticos: salmos, proverbios y el libro de Job. La otra, integra los escritos que son leídos durante las festividades judías y es dónde encontramos al Cantar de los Cantares que se lee en Pésaj o Pascua Judía. 

¿Por qué este Cantar? Porque su interpretaión literal tuvo eco en mi fuero interno. Fue la primera vez que una Escritura Sagrada se mostró ante mí como un lienzo, como una obra de arte que celebra el acto de amor entre un hombre y una mujer. Que lo celebra como la unión perfecta para crear vida, para crear vida Divina. Su escritura se le atribuye al Rey Salomón y relata la historia de dos amantes, un joven pastor y una campesina sulamita que son obligados a separase. 

Antes de continuar, quiero mencionar algo sobre las interpretaciones. Son cuatro: alegóricas, literales, cabalísticas y gnósticas y la hierogamia sagrada, las cuales surgieron de la necesidad de los sacerdotes de buscar un significado más allá de la exaltación del amor entre un hombre y una mujer. Tanto los judíos como los cristianos necesitaban entender cómo este canto pertenecía al conjunto de Escrituras Sagradas. Así, el judaísmo lo interpretó como una exaltación alegórica del pacto de Jehová con Israel; después, la iglesia vio representada en él su relación con Cristo; y, por último, la mística cristiana propuso verlos como una perfecta referencia a la unión del alma con Dios.

Insisto, en mi resonó la interpretación más natural. La literal. Esa fue la que me capturó. La alabanza a la unión perfecta para crear vida. La alabanza a la unión en matrimonio bendecido por Dios.

La lectura en solitario del Canto, no me fue fácil. Con la relectura, una y otra vez, y la revisión en línea de diferentes interpretaciones, me fui introduciendo el hilo de la historia que, a decir verdad, aún se ovilla en mi pensamiento. 

Quiero exponer algunos de los versos que me hablaron. 

 “¡Bésame con los besos de tu boca!
¡Porque más embriagantes que el vino
son tus amores!
Suave es el perfume de tus bálsamos…
Tu nombre va manando de aceites aromáticos…
Por eso te aman las doncellas”

—El Cantar de los Cantares 1:2

En lo literal, la mujer sulamita enamorada desfallece por la separación y las damas de la corte quieren sobreponerla. Ella les manifiesta que un beso y la presencia de su amado tendrían el mismo efecto que el vino para recobrar la alegría y el sentido de su vida. 

Me cuenta que la presencia de un ser amado, del Ser amado, repone y reconforta. Tambié así su memoria.


(…)
“Como el manzano entre los árboles frutales,
así es mi amado entre los jóvenes.
 Me senté a la sombra de aquella 
que yo tanto deseaba:
su fruto es dulce a mi boca.
El me introdujo en la bodega del vino:
y su pendón es el amor”
(…)

—El Cantar de los Cantares 2:3

Hermosa metáfora con la que la mujer exalta la belleza y el abrigo que le confiere su amado. 
Para mí, es una declaración perfecta, dulce y embriagante, de una fusión de sentires. 

(…) 
“¡Cómo tú eres bella, oh mi amada,
cómo tú eres bella¡
Tus ojos son palomas a través de tu velo, 
tus cabellos un rebaño de cabras
vagando por las vertientes del monte de Galaad. 
¡Tus dientes un rebaño de ovejas trasquiladas
que se acaban de bañar,
todas ella idénticasy sin defectos.
Cómo cinta escarlata son tus labios
 y tu boca es hermosa!
… ¡Tus senos son como dos añojos
gemelos de gacela que pastan entre azucenas”
(…)

—El Cantar de los Cantares 4:1-5

Es ahora el pastor quien canta a la extraordinaria belleza de su amada. Elogia la perfección de su estampa. Ve en cada parte de ella la representación de lo más hermoso de su mundo.

Veo la valoración del ser amado desde lo más íntimo, a través del cristal de quien la mira. Desde su verdad.

(…)
¡Despierta, viento del norte, 
y acércate, viento del sur!
¡Abanica mi jardín y que se esparzan
sus aromas!
Entre mi amado en su jardín 
y coma sus mejores frutos.
(…)

—El Cantar de los Cantares 4:1-5

(…)
Yo duermo, mas mi corazón vela.
(…)
¡Abreme , oh hermana mía, amiga mía,
mi paloma, oh mi perfección!...
(…)
Me despojé del vestido:
¿cómo vestirme de nuevo?
Ya lavé mis pies;
¿he de volver a ensuciarlos?
(…)
Mi amado metió la mano por el resquicio
de la puerta y mi vientre se estremeció.
Me levanté para abrirle a mi amado,
y de mis dedos se escurrió la mirra sobre la aldaba,
 y de mi mano goteó la mirra. 
Abrí a mi amado, pero él ya no estaba.
(…)

—El Cantar de los Cantares 5:1-7

Por un lado ella suplica al universo que le abra los caminos a su amante y lo invita para que venga a su encuentro. Se le ofrece y lo anima para el goce de su amor. Lo espera desvelada y cuando él llega, en lugar de salir  a su encuentro con la celeridad de una amante, se torna caprichosa. Cuando sus entrañas lo reclaman y agitada se levanta… él ya no está… 

¡Se me muestra el juego del amor! 

(…)
Y su huída me hizo desfallecer…
lo busqué pero no lo encontré
Clamé por él, pero no me respondió
Me encontraron los guardas que rondan la ciudad:
me hirieron y me alejaron,
no sin antes quitarme el manto que me cubría
(…)

Os suplico, hijas de Jerusalem:
si vieseis a mi amado,
decidle que estoy enferma de amor.
(…)
¡Mi amado es cándido y rosado,
 y sobresale entre millares
(…)
su porte es como el del Líbano
elegante como los cedros
su voz vierte dulzura y todo en él es encanto!
(…)

—El Cantar de los Cantares 5:8-18


Sale la amante a buscar su enamorado. Deambula por la ciudad y los guardias la detienen. Ella no cesa de clamar su amor y pide ayuda a las mujeres. 

Melosa descripción de la majestuosidad de ese que la atormenta. 

(…)
Yo soy para mi amado 
y hacia mi se vuelve su deseo.

¡Ven mi amado!¡Huyamos al campo!
(…)
Sostiene mi cabeza en su mano izquierda
Y con la derecha me enlaza.
(…)


Cuando los amantes se reúnen muestran con libertad su amor. Recobran el aliento y no hay vergüenza ni pudor que los separe.  

***

Para terminar traigo la pregunta que me surgió sobre el por qué El Cantar de los Cantares es leído en Pésaj. 

Referiré mi ilustración en línea: 

“Es en Pésaj, con el éxodo de Egipto, que comienza la relación del pacto entre Dios y Su pueblo. Con la aceptación de la Torá como Ley, llega a ser el pueblo judío un pueblo libre e independiente.  Shir ha'Shirim hace hincapié que en la misma medida que una pareja se debe la fidelidad absoluta, el pueblo judío debe su fidelidad total a Dios.”  (Rabino Peter Tarlow: culturajudia.blogspot.com)

En este contexto, debo confesar que me identifico con la interpretación alegórica del concepto de la lealtad y la fidelidad, junto con la libertad en el mundo judío. 

Finalizo cerrando el círculo. 

Apenas viene de abrirse para mí una ventana hacia la cultura hebrea. Apenas recibí un haz de luz. Me cautiva en demasía la mirada hacia el pasado de la obra literaria hebrea. Por ejemplo, siento curiosidad y fascinación por lo anticipado en clases sobre la obra de Maimónides y su “Guía de los Perplejos”… 

Aún no he reflexionado sobre lo que autores contemporáneos pudieran ofrecerme. 




Ana Cecilia Mata

(Trabajo presentado para el Diplomado de Literatura Mundial - Cátedra Literatura Hebrea)

Ilustración: Marc Chagall -  Le Cantique des Cantiques I, 1960

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