El mito de la creación...
La creación, es un enigma para el ser humano, pues aunque seamos contenidos, participemos de su proceso dinámico creativo y estemos inmersos en ella, igualmente somos rebasados y esta nos trasciende. La explicación que se ha dado el ser humano de la creación, no es solo cosmogónica, si no también Ontogénica. La visión que tenemos de la creación no es solo aquella que explica el surgir del universo, su instante de eclosión, el momento de su materialización, sino también aquella que explica el mecanismo invisible que aún provoca la aparición de todos los seres y todas las formas, desde el polvo estelar, hasta un embrión o una imagen. Esta visión, que en todo caso trata de explicar lo inexplicable –por abarcante y trascendente- solo puede ser expresada a través de un proceso de síntesis y nunca dentro de una visión o visiones parciales. Es por ello que el símbolo puede darnos la visión que abarca de manera integral, lo que vemos, sentimos, pensamos y aquello que está aún más allá de todo eso.
Aunque hemos dicho que el símbolo es la síntesis de la imagen abarcante que nos otorga la visión más completa de la creación, la expresión en el lenguaje de esa sucesión de imágenes y símbolos, se da a través del Mito: Mito significa etimológicamente “expresión”. Esta explicación simbólica de la creación involucra entonces lo cosmogónico con lo intelectivo del ser humano, al universo con la mente, al punto de que se pudiera hablar bajo esta acepción de “Creación” de que aquello que nos parece externo, no es sino la representación mental del mundo o la imagen reflejo de nosotros mismos. Esta sensación nos es dada por la profunda interacción entre el mundo y nosotros, lo cual solo puede recoger y sintetizar el mito. La complicada relación entre materia y espíritu, entre cuerpo y mente y la dinámica permanente que las vincula, se recoge y se expresa también en la metáfora… eso “que nos lleva más allá”, y como decía Emerson: “La naturaleza en su conjunto es una metáfora de la razón humana”
Es pues el Mito y su lenguaje abarcante y metafórico quien reune y sintetiza en un arquetipo común a la materia con la Pisque humana, una resonancia con lo que el Maestro Jung denominaba Unus Mundus: El Cosmos explicado en términos humanos y el hombre explicado en términos cósmicos. Jung salió en busca del Mito como explicación válida y total del mundo, como el sustrato más hondo de sí mismo y al mismo tiempo universal para vincularse a lo trascendente, empezando por el mito primario, El Mito de la Creación, pues este no es otra cosa que la búsqueda del origen: la creación es origen. De manera permanente y simultánea, los seres humanos somos creadores y creación; el origen, el punto de inicio, es único y común para todo lo creado y es allí, donde la vinculación se hace patente… somos apenas una instancia de la transformación, del sacrificio del Ser. No existe la unión de opuestos ni contrarios, pues los opuestos no existen... en el mejor de los casos (para no hablar de la capacidad desintegradora del hombre) estos son una ilusión.
En consecuencia, no existe un movimiento perpetuo de creación-destrucción en donde ambos eventos se suceden permanentemente. Existe un solo y único evento: La Transformación. Esta síntesis que contiene el mito de la creación (universo-mente humana), es a su vez revelada de manera extraordinaria por el Maestro Erich Neumann en donde cada paso y cada retorno que implica el proceso de la creación, se repite en el ser humano al tiempo que se transmuta y se transforma hasta alcanzar lo trascendente. En el Mito de la creación está contenido y simbolizado todo lo interior y exterior, lo horizontal, lo vertical y lo central, lo que surge de la nada, la conciliación de los contrarios, el caos y la ordenación del mundo, el descenso y el ascenso, la materia, el espíritu y el sacrificio, y sobre todo la dinámica transmutante y el eterno retorno. En las láminas siguientes veremos la síntesis que hace el maestro Nuemann de estas relaciones en la creación: Universo, mente y símbolo
El Ouroboros: "El ouroboros representa lo redondo que contiene, es decir, el vientre primitivo materno y el útero, pero también la unión del antagonismo masculino-femenino, los ancestros, padre y madre unidos en cohabitación permanente (...) El incesto urobórico es una forma de penetración en la madre, de unión con ella... (...) el ouroboros simboliza también el impulso creador del nuevo comienzo, la 'rueda que gira por sí misma', el primer movimiento y la espiral...".
La Gran Madre: Corresponde al período en que el ego está bajo el dominio del Ouroboros. "El ego naciente se vuelve consciente de las cualidades de placer-dolor, ... en consecuencia, el mundo se vuelve ambivalente para él.... Ese mundo experimentado es el mundo del matriarcado de J. J. Bachofen, con sus diosas de la maternidad y del destino" (Neumann, 1968:47)
"La madre devoradora y malvada, y la madre dadora y bondadosa son dos aspectos de la gran Diosa Madre ourobórica que reina en ese nivel psíquico. (...) En ese estadio la consciencia no logra aún encontrar un punto de apoyo firme en medio del diluvio del ser inconsciente" (Neumann, 1968:48).
"Eso explica por qué las culturas de la Madre Diosa y sus mitologías están íntimamente relacionadas con la fertilidad y el crecimiento y, en particular, con la agricultura.. (...) Este estadio de desarrollo es regido por la imagen de la Diosa Madre con el Niño Divino... Sin embargo, ese niño sufre el mismo destino del amante adolescente que le sucede: muere. Su sacrificio, muerte y resurrección son el punto central de cultos rituales primitivos de la humanidad..., el niño es asociado al ritmo anual de la vegetación... En una fase en que la conciencia comienza a obtener su auto-conciencia... la preponderancia del ouroboros maternal se torna trágicamente funesta para ese ego" (Neumann, 1968:49-51).
"El reflejo de ese estadio inicial de la conciencia en su relación con el inconsciente es encontrado en la mitología de la Madre Diosa y de su vínculo con el hijo amante...". La gran Madre Diosa es ambivalente: "no son apenas divinidades que alimentan, tejen, dan y conservan la vida, sino también diosas de la avidez de sangre y de lo salvaje.... Sin embargo, están subordinados a un sentido más elevado de la naturaleza, que es el sentido de la fecundidad". "Podemos distinguir varias fases en la relación del amante adolescente con la Gran Madre. La más antigua se caracteriza por la rendición natural al destino, a la supremacía de los poderes representados por la madre u ouroboros....; la masculinidad y la conciencia aún no poseen autonomía ..." (...) En el nivel siguiente, "el temor del adolescente lleva a la fuga y a la resistencia bajo diferentes formas..., la actitud de desafio, el rehusarse a amar lleva, no obstante, a lo que la Madre Terrible desea, o sea, el ofrecimiento del falo (la auto-castración)" (Neumann, 1968: 52 -78).
"Esa fragmentación se revela después en el motivo de los hermanos gemelos hostiles, o motivo arquetípico de la autodivisión.... Este motivo surge cuando el elemento masculino se separa, mediante la autodivisión, en elemento autodestructivo-asesino, de un lado, y de otro, elemento positivo-creador, llegando a la autoconciencia"."En el comienzo de ese ritual, sucede cada año la muerte del rey adolescente de la fecundidad, cuyo cadaver es despedazado y esparcido por los campos... Posteriormente, cuando el matriarcado se transformó en patriarcado,.... el rey permanecía vivo, una vez que el animal o ser humano sustituto ... volvía su muerte innecesaria" (Neumann, 1968: 83-85).
La separación de los Padres Primordiales : Corresponde al surgimiento de los opuestos. "La separación de los Padres del Mundo, la división entre los opuestos a partir de la unidad, la creación del cielo y de la tierra, del encima y del abajo, del día y de la noche, de la luz y de las tinieblas, el acto que es un crimen y un pecado.... Es creencia común de los pueblos primitivos que el cielo y la tierra estaban originalmente unidos uno al otro... (...) Volvemos varias veces al símbolo básico, la luz, que está en el centro de los mitos de creación" (Neumann, 1968: 87-88).
"Esta luz, símbolo de la conciencia y de la iluminación, es el principal objeto de las cosmogonías de todos los pueblos. En consecuencia, en las leyendas de creación de prácticamente todos los pueblos y religiones, el proceso de creación se halla fundido con el surgimiento de la luz... Ese acto de cognición y de discriminación consciente, divide el mundo en opuestos...". El desarrollo tanto externo como interno "de la cultura humana tiene inicio con el surgimiento de la luz y la separación de los Padres del Mundo" (Neumann, 1968: 88-91).
"El hombre primitivo se encuentra en la misma situación del niño pequeño y el recién nacido: su cuerpo y su 'interior' son parte de un mundo extraño... Por medio del acto heroico de la creación del mundo y de la división entre opuestos, el ego sale del círculo mágico del ouroboros y entra en un estado que siente como soledad y discordia interna. Con el surgimiento del ego, la situación paradisíaca es abolida... La ruptura del estado ourobórico inicial... lleva a la división de la constitución hermafrodita y a la separación del mundo en sujeto y objeto, dentro y fuera, y también al surgimiento del bien y del mal... La superación del ego como síntoma de la inmadurez de la conciencia es compensada por la depresión autodestructiva... siendo todo eso síntomas característicos de la pubertad" (Neumann, 1968: 92-100).
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"Perseguidme y no encontrarás más que a ti"