Crónicas de Grecia...



Octubre 24-2008

Empiezo esta crónica en la mitad del viaje…en el centro de la vivencia, del recorrido. Como si al mismo tiempo se tratara del punto central de la conciencia, del saber “el por qué” del viaje. Coincide con la llegada y la salida de la isla de Naxos…del Laberinto. Por eso he tomado tantas imágenes de las puertas de Naxos. Puertas cerrdas, como si nunca se hubieran abierto…sólo están allí inmutables, eternas. Coincide también con este momento de mi vida. He salido de Atenas, después de matar y luchar con el último monstruo, con el último de los cuernos de la sombra. Pero esta bella travesía es al mismo tiempo la conjura de la soledad. Es octubre y ella me mira, se deja tomar las manos. Hemos llorado…nos hemos perdido breve pero intensamente por los pasillos del laberinto. Más hemos reencontrado el centro…o eso que llamamos centro. Guiado por su inteligencia, retorno a la luz…y Naxos es luz. Gracias a ella tomo los caminos correctos. Gracias a ella sé como llegar a donde debo llegar, como si ella fuera Ariadna. En Atenas me preguntó si la amaba…si alguna vez la iba a abandonar. Hemos cruzado sin embargo tantas puertas, escuchado el viento en los olivares, el sonido de la luz sobre nosotros, para llegar a la orilla, a la última luz, la más bella. Hoy dejamos Naxos…pero esta vez Ariadna no se ha quedado sola. Ella toma mi mano fuertemente para unir fuerzas…para seguir no sé hasta donde, no sé si se podrán abrir esas puertas.
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